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domingo, 27 de marzo de 2011

PERFILES FASCISTAS




 
Por Arturo M. Lozza
 
A medida que los adscriptos al pensamiento neoliberal, conservador o afines perciben que sus fortalezas electorales se deslizan hacia una derrota, sus maneras de reaccionar se van alejando de sus propios principios y van asumiendo actitudes menos reflexivas pero más autoritarias e intempestivas.
Cuanto más profunda es esa percepción de derrota en los marcos de una democracia que ellos mismos proclamaban, más lejos están de ella y más cerca están de hacer suyas las reacciones típicas del fascismo. Cada vez más esgrimen ocurrencias xenofóbicas, de segregación racial, y de admiración endiosada a la represión. La síntesis suele ser: “con los militares esto no pasaba”.
Muchos todavía recurren a esas maneras de responder ante algo que les desagrada. En lugar de reflexionar, de tratar de entender, de preguntarse por qué, de ayudar a que lo entiendan a través de la polémica con otras ideas, acuden a formas que denotan odio y resentimiento. Cuando esa es la reacción, lo fascista pasa a ser hegemónico en ese perfil. Les invade una hirviente sensación de rabia cuando alguien manifiesta ideas contrarias a la segregación racial o a la xenofobia, y en lugar de justificar sus concepciones con la altura que merece una discrepancia, para contestar no trepidan en acudir a bajezas y mentiras, achacándole al otro –o a la otra- supuestos comportamientos políticos “subversivos” y “corruptos”. La culpa siempre es del otro ¿Hay un parecido con Macri, no?
Recordemos que fue “el miedo a la democracia” lo que impulsó a las grandes corporaciones económicas, militares y jurídicas a respaldar a los “camisas negras” mussolinianos o a los nazis antisemitas de las cervecerías de Munich.
Los fachos suelen ser personalidades muy singulares: los pelitos de la piel se les erizan ante cualquier expresión de democracia, y terminan aceptando el tener un cerebro taponado por culturas discriminadoras y actúan en consecuencia. Así como impulsaron el golpismo contra Perón esgrimiendo el desprecio a los “cabecitas negras”, hoy apelan a la denuncia de los “negros de mierda” que se atreven a protestar.
Una mentalidad fascista odia al prójimo de una clase “inferior” cuando se niega a ser sumiso y obediente, pero necesita de ellos y se abusa de ellos si, por el contrario, aceptan ser sumisos y obedientes.
No soportan el “desorden” de los “negros de mierda”, y por eso aman muy profundamente el orden, el gatillo fácil, el que se eleven las penas contra los menores delincuentes a los que  “hay que eliminar…”
Hasta los parientes que no comulgan con esas maneras, caen también bajo su guillotina de odio, odia a una tía, por ejemplo, porque no le dejó una herencia y, en cambio, se la dejó a “una sirvientita”, odio al kirchnerismo por supuesto, porque no reprime a los piqueteros, odio a los “zurdos”, a los gay…
Ese resentimiento, esa facilidad que tienen en largar falsedades e interjecciones despreciativas, hace arrogantes a los fascistas. Es que su impregnada cultura no les permite emitir juicios con algo de reflexión. No constatan sus dichos con  la realidad, buscan el pelo en la sopa para largar veneno por doquier.
Y lo peor es que también lo derraman sobre lo más allegado que tienen, los hijos. Unas veces esos hijos mandan al diablo las ideas fachas, pero otras quedan prisioneros de ellas, porque además de la influencia del hogar, reciben una educación en esos institutos destinados a formar cuadros gerenciales para grandes empresas que, si son extranjeras, mejor, porque –como dicen los fascistas- los argentinos somos haraganes. Entiéndase bien: los argentinos, no los “porteños” que son muy superiores y que en su mayoría han votado por Macri porque al Jefe de Gobierno de la Ciudad le gusta –como a ellos- el orden, la represión y pertenece a ese elitismo de los que se creen superiores y aman lo privado frente a lo público, aman al dios Mercado, aman lo que venga del extranjero, siempre que no fuera de boliviano o paraguayo porque, en tales casos, ellos también son “negros de mierda” a los que hay que echar.
Haciendo memoria, recuerdo que en mi niñez los fachos gorilas y golpistas lanzaban su odio contra el “aluvión zoológico”. Los de hoy gritan lo mismo, con otras palabras pero con el mismo odio y rencor.
En fin, dos cosas deseo profundamente como porteño criado a tres cuadras del Obelisco: primero, que el “aluvión zoológico” sepulte en la soledad elitista y rabiosa a los fachos, y segundo, que ese 30 por ciento del electorado que aun votaría a Macri en la Ciudad de Buenos Aires den vuelta en su rumbo a la derecha y terminen derribando el muro de ladrillos fascistas que los separa de la realidad.


  PERFILES FASCISTAS

jueves, 24 de marzo de 2011

A TREINTA Y CINCO AÑOS DE LA DICTADURA MILITAR ¡NUNCA MAS!




Los pueblos nunca podrán construir el futuro si se borran las huellas del pasado. El futuro necesita de la memoria,  de la cultura, del recuerdo de los sucesos siniestros para no volver a repetirlos.
En Argentina el 24 de marzo  de 1976. militares,civiles, la oligarquía terrateniente y de  toda calaña   y la iglesia llevaron a cabo el derrocamiento del gobierno democratico de Isabel Perón e instauraron el gobierno de facto muy bien llamado  "la dictadura militar". Entre 1976 y 1983 los milicos cometieron el  genocidio de treinta mil de nuestros mejores cerebros. No solo violentaron nuestros elementales DDHH, sino que nos sumergieron en la política neoliberal, que vino en las  manos de Martínez de Hoz y de la cual relato una millonésima parte.  Entre otras tropelías, destruyeron  nuestros ferrocarriles, dejaron  200 mil obreros ferroviarios en la calle, quebraron  la industria nacional suplantándola por la de  "José Mercado"  importador de Tai Wan  (es bueno volver a escuchar este tema de Charly Garcia con Serú Girán para entender sin vueltas de que se trató) y comenzaron las relaciones carnales con los yanquis y el FMI dando comienzo a nuestra vieja conocida "Deuda Externa". (De la interna mejor nohablar)
Comenzó, lamentablemente, con esta política de los llamados "Chicago Boys",  una secuencia humana que nos alcanza hoy, en pleno 2011 y con un gobierno de corte popular: los desclasados, estos  marginales excluídos del sistema, nietos e hijos de desocupados que han perdido la cultura del trabajo, porque sencillamente nunca la vivieron y a los que cuesta sacar del delito para incluirlos en un aparato productivo que se está reactivando día tras día. Son esos que la derecha quiere eliminar con el ·gatillo fácil", los negros de mierda, los negros de la cumbia...
 El enemigo quiere tapar, olvidar, sepultar el pasado, dejar sin juicio y castigo a los asesinos de la dictadura y eso no lo podemos permitir, la desmemoria nos convierte en un  pueblo sumiso y de fácil combustión para las políticas neoliberales, que hoy, parecen  gestiones del pasado, pero que peligran si perdemos la fortaleza  y la unidad.
 En este 24 de marzo de 2011 con Cristina en el poder todo es distinto, se fue gestando bajo el gobierno de Néstor una nueva juventud militante, pero sobre todo pensante, que no repite viejas consignas izquierdistas, sino que piensa con cabeza propia, tiene propuestas, están en los territorios, las radios, las universidades, los barrios. Hoy a 35 años del golpe  el pueblo está en las calles de Buenos Aires, en las plazas de  los pueblos y ciudades del interior, con total libertad de expresión, junto a Madres y Abuelas, ONG, gente del arte y la cultura, del rock y del teatro.Están desde sus espacios personales o encolumnándose con sus fuerzas  políticas, barriales o de DDHH, aunque no coincidan con la política K y eso es lo admirable, ni ellos ni nosotros perdemos la memoria..
La cultura muchas veces actúa como parte de la antropología de los pueblos. Este es el caso del trovador León Gieco, que recopiló en muchas de sus letras pasajes de la historia más siniestra que hayamos vivido. Los artistas no tienen clepsidras, por lo tanto estamos seguros que La Memoria perdurará y dentro de muchos siglos nuestros descendientes tendrán uno de los testimonios más valiosos para no olvidar.

                                                                                    Marta Morales



La Memoria
Letra y música: León Gieco


Los viejos amores que no están,
la ilusión de los que perdieron,
todas las promesas que se van,
y los que en cualquier guerra se cayeron.
Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia.
El engaño y la complicidad
de los genocidas que están sueltos,
el indulto y el punto final
a las bestias de aquel infierno.
Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia.
La memoria despierta para herir
a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir
libre como el viento.
Los desaparecidos que se buscan
con el color de sus nacimientos,
el hambre y la abundancia que se juntan,
el mal trato con su mal recuerdo.
Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia.
Dos mil comerían por un año
con lo que cuesta un minuto militar
Cuántos dejarían de ser esclavos
por el precio de una bomba al mar.
Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia.
La memoria pincha hasta sangrar,
a los pueblos que la amarran
y no la dejan andar
libre como el viento.
Todos los muertos de la A.M.I.A.
y los de la Embajada de Israel,
el poder secreto de las armas,
la justicia que mira y no ve.
Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia.
Fue cuando se callaron las iglesias,
fue cuando el fútbol se lo comió todo,
que los padres palotinos y Angelelli
dejaron su sangre en el lodo.
Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia.
La memoria estalla hasta vencer
a los pueblos que la aplastan
y que no la dejan ser
libre como el viento.
La bala a Chico Méndez en Brasil,
150.000 guatemaltecos,
los mineros que enfrentan al fusil,
represión estudiantil en México.
Todo está cargado en la memoria,
arma de la vida y de la historia.
América con almas destruidas,
los chicos que mata el escuadrón,
suplicio de Mugica por las villas,
dignidad de Rodolfo Walsh.
Todo está cargado en la memoria,
arma de la vida y de la historia.
La memoria apunta hasta matar
a los pueblos que la callan