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Michel Foucault en 1926
¿Quién fue Michel Foucault?
Para valorar los gobiernos populares y de profundo contenido social y con cambios revolucionarios, que la mayoría de las veces son ignorados por las multinacionales de la información, nada mejor que zambullirnos en Michel Foucault. Ese, precisamente, es el modelo de power que no queremos ni en figuritas.
El plantea el poder como generador de valores represivos que someten al “sujeto” mediante la vigilancia obscena y la inacción a un grado de autista social reprimido. Por lo tanto, según Michel, el poder necesita crear este tipo de sujeto para para subsistir y evitar que el sujeto se rebele. (Los humanos, por suerte , siempre nos rebelamos y esa condición. si leen a Foucault, también la verán desmenuzada en sus teorías) Veamos un poco de su pensamiento
Michel Foucault nació el 15 de octubre de 1926 en Poitiers, Francia, y murió el 25 de junio de 1984. Fue filósofo, sociólogo, historiador y psicólogo, En la década de 1970 fue una de las figuras más importantes e influyentes del ambiente cultural francés. Nunca quiso autodefinirse como un historiador de los ideales ni de las ciencias, sino como arqueólogo.
Foucault plantea su teoría del biopoder para explicar una tecnología reguladora propia de las sociedades occidentales modernas, vale decir, un nuevo sistema de control de los hombres. Para Foucault, no hay saber sin poder. Esto no quiere decir que el saber es poder y el poder es saber. Se trata de dos cosas distintas, pero ninguna puede funcionar sin la otra. El poder se sostiene en el saber, y viceversa. Y ambos, poderes y saberes, se constituyen en redes que atraviesan la realidad social
El poder y el sujeto
.Sus teorías sobre el saber, el poder y el sujeto revolucionaron las ciencias sociales. Sus primeras obras (Historia de la locura, El nacimiento de la clínica, Las palabras y las cosas, La arqueología del saber) seguían una línea más bien estructuralista que careció siempre de la pretensión de cientificidad característica del estructuralismo. Las relaciones consigo, las relaciones que debemos mantener con nosotros mismos, por las cuales Foucault había llegado a esta nueva definición del poder, no son relaciones de identidad, "deben ser más bien relaciones de diferenciación, de creación, de innovación."
A resistir y crear
Y es sobre la cima de la relación entre resistencia y creación que hay que prolongar el trabajo de Foucault. El itinerario de Foucault permite pensar el vuelco del biopoder en una biopolítica, el "arte de gobernar" en producción y gobierno de nuevas formas de vida. Es proseguir el movimiento del pensamiento foucaultiano establecer una distinción conceptual y política entre biopoder y biopolítica. La relación entre resistencia y creación es el último límite que el pensamiento de Foucault había pretendido franquear. Es en el interior de las relaciones estratégicas y de la voluntad de los sujetos virtualmente libres de "dirigir la conducta de los otros", donde se pueden encontrar las fuerzas que resisten y que crean. Lo que resiste al poder, a la fijación de las relaciones estratégicas en relaciones de dominación, a la reducción de los espacios de libertad en el deseo de dirigir las conductas de los otros, hay que buscarlo en el interior de esta dinámica estratégica. Es en este sentido que la vida y lo viviente deviene así la "materia ética" que resiste y crea a la vez nuevas formas de vida.
Foucault vanguardia en los sesenta en cuestiones de minorías sexuales
Un factor a destacar es que Michel Foucault era homosexual, lo cual lo llevó a interrogar y a analizar la realidad desde una mirada distinta, tal cual él la veía. Durante sus últimos años estudió la génesis y desarrollo de la sexualidad humana, plasmado en Historia de la Sexualidad (1976, 1984), el Uso del Placer (1984) y La Preocupación de sí mismo (1984). En estos escritos Foucault rastrea las etapas por las que la gente ha llegado a comprenderse a sí misma en las sociedades occidentales como seres sexuales, y relaciona el concepto sexual que cada uno tiene de sí mismo con la vida moral y ética del individuo. Foucault afirma que las minorías (homosexuales) en las que la relación entre resistencia y creación es una cuestión de supervivencia política, no deben sólo defenderse y resistir, "sino crear nuevas formas de vida, crear una cultura. Nosotros debemos también afirmarnos y afirmarnos no sólo en tanto que identidad, sino en tanto que fuerza creadora”
Pequeñas enormes consideraciones sobre la resistencia
En una entrevista de 1984, un año antes de su muerte, se le plantea una cuestión acerca de la definición de la relación entre resistencia y creación:
"-Es sólo en términos de negación que hemos conceptualizado la resistencia. No obstante, tal y como usted la comprende, la resistencia no es únicamente una negación: es proceso de creación. Crear y recrear, transformar la situación, participar activamente en el proceso, eso es resistir”
Frases de Michel Foucault
Literatura
* ¿Qué es lo que hace que la literatura sea literatura? ¿Qué es lo que hace que el lenguaje que está escrito ahí sobre un libro sea literatura? Es esa especie de ritual previo que traza en las palabras su espacio de consagración. Por consiguiente, desde que la página en blanco comienza a rellenarse, desde que las palabras comienzan a transcribirse en esta superficie que es todavía virgen, es ese momento cada palabra es en cierto modo absolutamente decepcionante en relación con la literatura, porque no hay ninguna palabra que pertenezca por esencia, por derecho de naturaleza a la literatura.
· Castigo
Es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar
La literatura no es la forma general de cualquier obra de lenguaje, no es tampoco el lugar universal donde se sitúa la obra de lenguaje. Es de alguna manera un tercer término, el vértice de un triángulo por el que pasa la relación del lenguaje con la obra y de la obra con el lenguaje. Creo que una relación de este género es lo que se designa con la palabra "literatura".
El lenguaje es, como saben, el murmullo de todo lo que se pronuncia, y es al mismo tiempo ese sistema transparente que hace que, cuando hablamos, se nos comprenda; en pocas palabras, el lenguaje es a la vez todo el hecho de las hablas acumuladas en la historia y además el sistema mismo de la lengua.
Lo propio del saber no es ni ver ni demostrar, sino interpretar.
La homosexualidad, a la que el Renacimiento había dado libertad de expresión, en adelante entrará en el silencio, y pasará al lado de la prohibición, heredando viejas condenaciones de una sodomía en adelante desacralizada.
Cuando un juicio no puede enunciarse en términos de bien y de mal se lo expresa en términos de normal y de anormal. Y cuando se trata de justificar esta última distinción, se hacen consideraciones sobre lo que es bueno o nocivo para el individuo. Son expresiones de un dualismo constitutivo de la conciencia occidental.
La homosexualidad apareció como una de las figuras de la sexualidad cuando fue rebajada de la práctica de la sodomía a una suerte de androginia interior, de hermafroditismo del alma. El sodomita era un relapso, el homosexual es ahora una especie.
¿Puede extrañar que la prisión se asemeje a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a los hospitales, todos los cuales se asemejan a las prisiones?
Hasta fines del siglo XVI, la semejanza ha desempeñado un papel constructivo en el saber de la cultura occidental. En gran parte, fue ella la que guió la exégesis e interpretación de los textos; la que organizó el juego de los símbolos, permitió el conocimiento de las cosas visibles e invisibles, dirigió el arte de representarlas. El mundo se enrollaba sobre sí mismo: la tierra repetía el cielo, los rostros se reflejaban en las estrellas y la hierba ocultaba en sus tallos los secretos que servían al hombre.
Desde el principio, la prisión debía ser un instrumento tan perfeccionado como la escuela, el cuartel o el hospital y actuar con precisión sobre los individuos. El fracaso ha sido inmediato, y registrado casi al mismo tiempo que el proyecto mismo. Desde 1820 se constata que la prisión, lejos de transformar a los criminales en gente honrada, no sirve más que para fabricar nuevos criminales o para hundirlos todavía más en la criminalidad. Entonces, como siempre, en el mecanismo del poder ha existido una utilización estratégica de lo que era un inconveniente. La prisión fabrica delincuentes, pero los delincuentes a fin de cuentas son útiles en el dominio económico y en el dominio político. Los delincuentes sirven.
La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral.
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