Hacer un viaje es doblemente placentero si lo hacemos con nuestro hijo. Marcos tiene 20 años y como regalo de su próximidad a la mayoría de edad decidimos, con Arturo Lozza, esposo de la susodicha y papá de Marcos, llevarlo a Italia con nosotros.
Por supuesto el viaje fue un placer para todos. pero "la mamma é la mamma" y asi anduvimos por las calles de Roma, metiendo las narices en el Colisseo, investigando su historia, analizando armas de guerra, imaginando a los primeros cristianos devorados por los leones... Roma es sorprendente. A la vuelta de cada esquina hay una sorpresa, un color, una puerta, un relieve, una ruina y hasta las antipáticas iglesias, con su carga de represión y sangre, en Roma se ven diferentes. Son parte del paisaje y de la historia.
La Fontana de Trevi, la Vía Appia antica, el circo de Massimo y lasTermas de Dioclesiano nos fascinaron. Para mi, que es la segunda visita que le hago a la Roma "eterna", resultó una experiencia fascinante ir con mi hijo. Sentir la vibración en su persona, sensible a la historia y la cultura, buscando y explorando rincones, piazzas, esculturas, Bernini, Miguel Angel, inmigrantes africanos vendiendo carteras Vuitton truchas, árabes durmiendo en las calles, la puttanas , que salen con el último rayo de sol, todo fue fascinante.
Sé que cuando Marcos vuelva a Roma, sin su mamá, alguna piedra, alguna esquina, la visión de mi ammada Fontana de trevi, le hará recordar, que "oh, aqui estuve con la mamma" y eso, verderamente no tiene precio.
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