En 1845 con Juan Manuel de Rosas en el poder, unitarios traidores negociando en el Uruguay con los ingleses y franceses dueños de la flota mercante más grande del mundo. Argentina quedó sometida a momentos de gran tensión y sangre para defender al país de las imposiciones que pretendían imponernos los cipayos. Ellos arribaron a nuestras costas, previo paso por Montevideo con una causa explícita: querían despojar a Argentina de los territorios de Corrientes, Entre Ríos y Misiones y fundar la República Mesopotámica, paso previo y necesario para declarar a las aguas del Río Paraná como “internacionales”. Esto les permitiría negociar con Paraguay e imponer sus leyes de mercado y obvio, tener control de nuestras aguas y de nuestra soberanía.
Rosas no se hizo esperar (uno puede tener muchas diferencias con la figura de Rosas, pero en este hecho se portó como un verdadero grosso de la historia argentina), y ordenó repeler como sea a la flota extranjera.
Al mando del militar Lucio Mansilla las MILICIAS argentinas no solo pelearon acompañadas de los criollos habitantes del paraje Obligado en San Pedro, a 170km de Buenos Aires, sino que también las mujeres empuñaron los fusiles, como las hermanas Ruiz Moreno y otras que la historia ha sepultado en el olvido. Nunca la unión es ejemplo de nada, para esta historia escrita por oligarcas a quienes la verdad no les interesa. Mejor contar la oficial, esa bien lavadita que ignora a Mariano Moreno y Castelli, por citar solo un ejemplo.
El caso es que la lucha fue desigual. Los nuestros caían como moscas y Mansilla ordeno cruzar el río con de 700 metros de ancho con tres líneas de cadenas a las cuales se habían amarrado bergantines privados, cuyos dueños los cedieron en defensa da la libre navegación de nuestro Paraná y de nuestras flotas mercantes .
Los piratas de la tibia y la calavera, si bien perdieron algunas naves, rompieron las cadenas y pasaron con sus naves delante de las tropas. Pero no fue en vano. Desembarcaron unos kilómetros más arriba y allí permanecieron hasta 1847, hostigados de manera permanente por nuestros criollos nacionalistas. En ese año emprendieron la retirada y nunca aparecieron. No hubo república Mesopotámica ni aguas internacionales. Solo el recuerdo de aquella batalla la de “La vuelta de Obligado” y un feriado bien, pero bien puesto. Bien ahí.
Marta Morales